Yo

Mis experiencias, ideas y pensamientos. Ésta soy yo.

sábado, 3 de marzo de 2012

De amor, envidias y celos.

No, no es una entrada sobre relaciones personales, noviazgo, etc.
Hoy quiero contarles un poco de mí para poder compartir lo que está en mi corazón. Tal vez ya lo sepan y se han dado cuenta o tal vez no nos conocemos tanto.

En general soy una persona que tiene unos estándares muy altos. No me gusta hacer cosas a medias. Si empiezo algo es porque sé exactamente cómo hacerlo, estoy obsesionada con que la gente (y yo, obvio) escriba bien. En todo quiero que las cosas salgan perfectas y sin falla alguna.
Todos hemos escuchado decir que es algo bueno mientras vaya encaminado a buscar cosas excelentes y no sólo a estar obsesionado con estándares imposibles. Lo cual es cierto.

Últimamente he batallado con esto (más de lo normal), pero he notado algo muy particular que no había notado antes. 1) Cada vez que me siento presionada por cumplir con esos estándares casi imposibles o sobrehumanos o como se llamen, no sólo me siento frustrada o enojada conmigo misma sino que empiezan a surgir celos en mí y envidias por otras personas. Empiezo a preocuparme cada vez más de lo que la gente piensa de mí y lo que tengo que mejorar. Me enoja saber que no tengo una relación tan buena con otros como la que veo entre otros amigos. Me siento mal por creer que no estoy haciendo las cosas bien. Y 2) Cada día el Señor me ha hablado sobre cuánto me ama. Leo Éxodo, y me habla de su amor. Leo Isaías y me habla de su amor, leo Números y me habla de su amor.

Pero, ¿qué tiene que ver la envidia y los celos con lo que Dios me ha hablado? Al menos yo no lo podía ver hasta hace unas semanas. Esto fue lo que Dios me dijo: Sientes esos celos y la envidia por los demás porque NO estás dejando que te AME.

¡¿Eh?!

Al principio no tenía idea de qué me estaba diciendo. ¿Cómo que no estoy dejando que me ame? ¡Yo creo en Su amor, en que murió por mí, en que quiere acercarse a mí! ¿Entonces?

Pues lo entendí. Cuando quiero hacer las cosas perfectamente, sin darme cuenta, empiezo a presionarme por hacerlo todo bien YO SOLA. Entonces es cuando empiezo a llevar mi carga por mí misma. De ahí surgen la envidia y celos. Siento que necesito impresionar a todos y que debo preocuparme por lo que piensan de mí y cuando veo que alguien más "impresiona" más que yo, inmediatamente, los celos aparecen.

En cambio, cuando veo a la cruz y recuerdo que Jesús VOLUNTARIAMENTE dio su vida para que YO pudiera tener la mía, me acuerdo que no es porque yo soy lo suficientemente buena o "cristiana" o "no-pecadora" para que Él me haya amado de esa manera.
Cuando entiendo que Jesús dejó su deidad para que yo, pequeña insignificante en el universo, pudiera conocerlo y acercarme a Él, no hay manera en que yo pueda decir "Es porque soy muy inteligente (o bonita o cualquier adjetivo bueno) que Dios me escogió. ¡No hay nada que yo pudiera haber hecho o hacer para ser digna de entrar en Su presencia!
Ahí es cuando las envidias desaparecen. Sé que no es por méritos que puedo tener acceso al amor de Dios, sé que no es por impresionar a Dios (y por consecuencia a otros) que me va a amar más. Y entiendo que no porque tenga errores y no sea perfecta, Él me va a amar menos.

Eso sólo por Su GRACIA que sigo aquí para concerle más y cumplir su propósito para mí.